Glutatión y problemas autoinmunes

La defensa del sistema inmune es un sofisticado y extraordinario sistema. Un análisis microscópico de nuestro organismo nos muestra que estamos llenos de microorganismos como bacterias, parásitos y hongos, dentro de nosotros. El ambiente a través del cual obtenemos nuestro aire, agua y alimentos está saturado de microorganismos. Es sorprendente que estemos vivos.

Tradicionalmente consultamos al médico solo cuando una enfermedad se manifiesta. El medico lanza una ofensiva o contrataque con antibióticos, compuestos antivirales o quimioterapia para exterminar al invasor. A pesar de los efectos secundarios y otros problemas de esta estrategia defensiva, ha probado ser efectiva. Es la mejor forma que tenemos para luchar esta guerra.

Pero es mucho mejor evitar la guerra, pues el campo de batalla es tu cuerpo. Y aun cuando la medicina gane, la batalla continua. Los efectos secundarios de estos tratamientos terminan minando varios aspectos en nuestra salud. Un sistema inmune optimizado y equilibrado es sin duda la mejor arma de prevención.

El sistema inmunológico busca, identifica y ataca a cualquier microorganismo amenazador, alergénicos, células cancerígenas y tejido injertados. Esta respuesta es llamada respuesta antígena.

Cuando un patógeno entra en nuestra corriente sanguínea, las células inmunes son activadas. Hay varios tipos, incluyendo células que forman pus. Las células mayores simplemente comen y digieren a los patógenos. Las más pequeñas y sofisticadas llamadas linfocitos lidian con los patógenos adaptando una defensa especifica contra los mismos.

Los linfocitos-B identifican patógenos y los marcan como objetivos para los linfocitos-T. Las células T de ayuda alertan a las células inmunes para unirse a la batalla, las células asesinas T destruyen al enemigo y las supresoras T apagan al sistema inmune cuando el trabajo está hecho.

Puede haber algunas células inmunes que sean sobrecargadas por un patógeno sumamente agresivo. En estos casos existe una parte adaptativa del sistema inmune que identifica y recuerda una marca química particular del patógeno para manejarlo más efectivamente las siguientes veces.

El sistema inmunológico es sorprendente pero no es infalible. Algunas veces responde a la amenazas como si no fueran amenazas y a funciones metabólicas normales como si estuvieran atacando al cuerpo. Queremos que nuestro sistema inmunológico nos proteja de infecciones e ignore las sustancias inofensivas, acepte trasplantes de órganos, no ataque a nuestro órganos y nos proteja contra carcinogénesis y el crecimiento tumoral.

Existen desajustes en los cuales el sistema inmunológico ataca a sus propios sistemas provocando lo que se conoce como una enfermedad autoinmune. Las dos respuesta autoinmunes menos deseadas y más comunes son las enfermedades autoinmunes y las alergias. En una enfermedad autoinmune el cuerpo confunde el tejido normal con un antígeno extraño y lo ataca, llevando a la destrucción de tejido sano. En las alergias el sistema inmunológico se equivoca en catalogar a una sustancia como peligrosa y reacciona de una forma agresiva, a veces hasta mortal.

Algunas enfermedades autoinmunes son: Lupus, Artritis reumatoide, Miastemia gravis, Síndrome de fatiga crónica, Fibromialgia, Esclerosis múltiple, Polimiositis, Esclerodermia, Síndrome de Sjogren, Enfermedad de Lou Gehrig, Enfermedad de Grave, Enfermedad de Crohn, etc.

El sistema inmune y el glutatión.

Nuestra cuenta de linfocitos es solo una parte del sistema inmune. Los linfocitos-B son solo el 10% de los linfocitos que circulan nuestra sangre y trabajan liberando inmunoglobulinas para atacar y destruir a los patógenos invasivos. El 80% de los linfocitos son linfocitos-T.

El glutatión juega un papel sumamente importante en el correcto funcionamiento del sistema inmunológico. El Dr. Gustavo Bounous, experto en el tema dice: “Un factor limitante en la actividad apropiada de nuestros linfocitos en la disponibilidad de glutatión”. Esto se ha demostrado en pacientes con VIH – la causa del SIDA.

El SIDA es esencialmente una mala función de los linfocitos-T. Los pacientes de VIH generalmente sufren de bajos niveles de glutatión especialmente en las células-T. Varios estudios han demostrado que en los pacientes con VIH, los niveles de glutatión ayudan a prevenir las posibilidades de supervivencia y la calidad de vida.

Un crecimiento sano y la efectividad de las células inmunes dependen de la disponibilidad de glutatión. Cuando los niveles de glutatión bajan disminuye la capacidad de estas células de combatir a los patógenos, dejando una estrada al desarrollo de la enfermedad. En numerosos estudios se ha demostrado que existe una relación directa entre los niveles de glutatión en los linfocitos y la efectividad del sistema inmunológico. Así pues, puede llamarse al glutatión como el alimento del sistema inmunológico.

En algunas enfermedades autoinmunes como las antes mencionadas los linfocitos-T muestran una caída en su capacidad de respuesta a los antígenos. Adicional, las condiciones de inflamación crónica presentadas en estas enfermedades han sido asociadas con niveles bajos de glutatión en los glóbulos rojos.

Un linfocito combate a los patógenos liberando un oxidante poderoso como el peróxido y se protege así mismo contra estos químicos maestralizándolos con glutatión. Así mismo, los linfocitos se replican así mismos una y otra vez (expansión monoclonal) para poder atacar a una colonia de patógenos. Esto requiere del uso del oxígenos y libera más oxidantes. Para poder continuar multiplicándose apropiadamente requieren de nuevo del glutatión para contrarrestar los efectos de la oxidación.

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